sábado, 10 de noviembre de 2007

¡Si!, huelo a sexo, ¿y qué?

El amor, el dulce amor, el sentimiento primordial en todo ser humano (aunque digan que no) te lleva a hacer locuras, a engañar, a llorar, a otros los lleva a meterse un tiro y cagarse encima, menos mal no es mi caso. ¿Cómo olvidar esas palabras lindas que aprendiste en la televisión?, esas novelas ochenteras donde decían “Te amo María Josefína” y frases como “¿Quieres saber la verdad? No puedo vivir sin ti”, eso era lo que nos llevaba a pegarnos al televisor y ver más que todo como se besaban, el efecto de acercarse, juntar los labios, y ver que el beso era perfecto, no parecía nada asqueroso.

El momento real era otra cosa, la chama que se caló todas esas novelas venía con el mismo proceso, pero el panita era de los que quería un piquito, ¿Qué pasó? El pana quedo babeado y la carajita pensaba “Me la comí, a este lo dejé enamorado”.

Las relaciones de novios a veces son como los productos del supermercado, se hacen para desecharse. Compras algo, lo usaste y luego:

Te aburriste del producto
No te sirvió como pensabas y lo desechaste
Se acabó, te sirvió pero… te ladilló
Cuando la conseguiste, pediste que te dieran el vuelto

Tienes 3 opciones:

Llamar a un cabrón
Consultar a una patética audiencia
Llevarte el colchón que da Eladio

El amor es lo que hace que Walter Mercado sepa bien lo que hace, leer las cartas para mojonearte y luego decir “MUCHO, MUCHO AMOR” es la estocada para llegar a ti. En las comiquitas, en las revistas, los periódicos, todos lados tiene que ver con el amor. Casos como: AMIGO DE OTRO AMIGO, LE COMIÓ EL MAIZAL en esos periódicos amarillistas te lleva a comprarlo, pero ¿Por qué? Simplemente porque sabes que eso viene incluido con amor, o al menos algo llevó al pana a meterle unos tiros al otro.

La mejor parte del amor es en la adolescencia/adulto, ese momento donde le robas a todo el mundo para comprarte una caja de condones y pagar el hotel, le pides a tu mamá para ir al cyber, unos 60 mil bolívares alcanzan ahorita para echar un buen polvo rodeado de todas las comodidades, Nevera (oxidada) Cama (con sonido y gemidos incluidos), Ducha (sin calentador) y por último, Cable (para que folles mientras ves Mtv porque el canal porno se ve borroso).

El momento de la pasión presente es alucinante, sientes que estas tirando en un hotel barato de New York, puedes ver la linda ciudad por la ventana o al menos los fondos de varias casas vecinas, con pantaletas al sol para que se sequen, o algún drogo loco fumándose algo entre el monte.

Es lindo el amor cuando tienes aventuras así, donde con el tiempo le preguntas ¿Recuerdas esa vez, cuando parecías una gata en celo y el carajo de al lado gemía más que la tipa? Esos tiempos… oh si, tan buenos.

Luego de la acción siempre viene algo interesante, el olor.

Cuando te acercas a tus panas, ellos sienten ese aroma super califragivaginal que sale de tu boca, de tu ropa, de tu piel en pocas palabras.

Dos opciones:

Te gusta la sopa de chipi chipi
Es la nueva colonia que te compró mami

Explicarle al pana el motivo de tu olor es algo cortante, o al menos que seas de los que dice “Estaba tirando, ¿qué esperas, qué huela a papelón?. Después de ese acto de amor, a uno no le importa, así huelas a mierda serás siendo el mismo de siempre, ante tus panas, ante tu familia, ante tu propia suegra que ya presiente que le están puyando la sangre.

Así que no hay más nada que decir, que, ¡Si!, huelo a sexo, ¿y que?

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