domingo, 3 de febrero de 2008

Admirándote...

La admiración crece con el tiempo y los hechos, manejado por pensamientos que nos llevan a realizar todo lo demás, sabiendo que a veces todo queda en una pequeña nube dentro de nuestra mente que obviamos porque creemos imposible y que esa otra persona que si lo hace, es valiente y no tuvo una nube en su cabeza como nosotros porque si tenia agallas.

Siempre admiré a los superhéroes por ser diferentes y seguir adelante con sus responsabilidades, claro, eso en la realidad no existe. Lo más cercano a un “héroe” para nosotros es un policía, quien abusa de su poder, consume todo lo que puede, y llega al final de cualquier acto delictivo solo para decir “Tranquilo, ese aparece”. Están los bomberos, que cuando hay un incendio su carrito se queda pequeño y tienen que llamar a 3 carros más porque el alcalde se gastó la mayoría del dinero en Hummers para sus hijos y demás familia, quienes matan su fuego de ambición con litros de fe del pueblo.

Hay unos que piensan que los héroes siempre están ahí para salvar a los demás, pero la verdad es que a ese supuesto “héroe” no le dio chance de escapar antes que los otros y no le queda de otra que salir adelante. No por ti, ni por mi, sino por él. Ya es cuestión tuya si lo sigues.

Con 20 Bs.F. puedes incentivar a tu “héroe” para que te siga pidiendo la cédula cada vez que pasas por su alcabala. Y por unos cuantos miles de Bs.F. puedes hacer que alguien inocente se pudra en la cárcel solo porque te caía mal.

La admiración es como un payaso de circo, algo que aparenta ser lo más lindo, divertido, y con un significado enorme con el solo hecho de hacerte reír. Pero ¿Quién hace reír al payaso? ¿Tú? No creo. Pero si tienes una botella de cualquier ron a la mano, creo que tal vez si lo puedas ayudar a sonreír.

En todo este asunto de la admiración es triste cuando te das cuenta que lo que admirabas no es más que un gran pedazo de mierda. Sobretodo si esa admiración viene desde que naciste, pasando por tu época de orinarte encima, volverte rebelde y sentir esas ganas de mandar todo al diablo, sin obviar el desastre hormonal que hace que brinquemos cercas, muros, rejas, y todo tipo de obstáculos sin importar lo que pase, con tal de verla. Luego viene el momento de las responsabilidades, el querer ser correcto o al menos parecer serlo y así borrar un pasado al que ahora consideras ridículo o tratas de no nombrarlo en ningún lado, menos en las reuniones entre amigos donde el alcohol te hace soltar todo tipo de recuerdos.

Es en estos momentos cuando uno prefiere haberse decepcionado tiempo atrás. Como cuando te dicen que San Nicolás no existe, te duele al momento, pero luego ya sabes que no tienes que hacer una carta para pedir lo que deseas.

Todo héroe queda para siempre, sea como sea. A Robin nunca lo olvidarán, a pesar de que digan que es gay. Mucho menos a Aquaman, a quien solo los peces le paraban bola. Y ni hablar del Capitán América…

Pero yo sigo queriendo volver a ser aquel que te veía con los ojos brillando y una gran sonrisa. Empezar esta decepción donde tú fuiste mi principal héroe y te creía digno de admirar. Sentir un abrazo como los viejos tiempos y poderme decir a mi mismo que todo cambiará para mejor.

Te admiré bastante, en los buenos y malos momentos “Superheroe”